La serenidad de Nuestra Señora de la Soledad

La Semana Santa de Toledo, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, transforma la histórica ciudad en un escenario vibrante de fe, arte y tradición. Dentro de este rico tapiz de celebraciones, la Procesión de Nuestra Señora de la Soledad ocupa un lugar especial, marcando con su solemnidad uno de los momentos iniciales de la semana grande de procesiones. Este informe, elaborado a 12 de abril de 2025, se propone ofrecer una guía completa y experta sobre esta procesión específica para el año en curso, basándose en la información disponible, para todos aquellos interesados en comprender y presenciar este acto singular de la devoción toledana.

La procesión del Viernes de Dolores

La principal procesión de Nuestra Señora de la Soledad está confirmada para el Viernes de Dolores, 11 de abril de 2025, con inicio a las 23:00 horas. El Viernes de Dolores, el viernes inmediatamente anterior al Domingo de Ramos, inaugura en Toledo el ciclo más intenso de desfiles procesionales, que se extenderá hasta el Domingo de Resurrección, 20 de abril.

La elección de una hora tan tardía, las once de la noche, no es casual. Se alinea perfectamente con la atmósfera característica de muchas procesiones toledanas, que encuentran en la noche y en la iluminación tenue (o su ausencia deliberada) de las calles históricas un marco incomparable para el recogimiento y la emoción. Esta hora avanzada contribuye decisivamente al ambiente solemne e íntimo de la procesión, permitiendo que el concepto de «Soledad» –el dolor y aislamiento de la Virgen tras la Pasión– resuene con mayor fuerza en el silencio y la quietud nocturna de la ciudad imperial.

Desvelando la Cofradía y su legado

La entidad responsable de organizar y custodiar esta devoción es la Real e Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad.1 Su sede canónica se encuentra en la Parroquia Mozárabe de las Santas Justa y Rufina, desde donde parten sus desfiles procesionales. Esta cofradía tiene la particularidad de procesionar en dos momentos clave de la Semana Santa: la noche del Viernes de Dolores con su procesión titular, y la tarde-noche del Viernes Santo, acompañando al Santo Entierro.

La historia de esta cofradía se pierde en la memoria, siendo descrita como establecida «desde tiempos inmemoriales». Sin embargo, los registros documentales ofrecen hitos concretos. Sus primeras Constituciones conocidas fueron aprobadas el 18 de agosto de 1644, momento en que se formaliza la «Esclavitud de Nuestra Señora de la Soledad». Este dato sugiere la estructuración formal de una devoción que probablemente ya existía con anterioridad.

Inicialmente, la cofradía tuvo su sede en el Convento de los Religiosos Mercedarios de Santa Catalina. En el año 1660, se trasladó a su ubicación actual, la Parroquia Mozárabe de las Santas Justa y Rufina. Un acontecimiento trágico marcó su devenir: en 1873, un incendio declarado en la parroquia destruyó la imagen titular original de la Virgen. La respuesta de la cofradía fue inmediata, acordando la realización de una nueva talla ese mismo año.

Este recorrido histórico demuestra la notable resiliencia y capacidad de adaptación de la hermandad. Ha sobrevivido a cambios de sede y a la pérdida de su imagen fundacional, manteniendo viva la llama de la devoción a lo largo de los siglos. La fecha de 1644 es clave por marcar su estructuración formal como «Esclavitud», mientras que el incendio de 1873 es fundamental para entender el origen de la imagen que hoy se venera y procesiona.

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La imagen de la Soledad: iconografía y atavío de la imagen

La imagen actual de Nuestra Señora de la Soledad que procesiona por las calles de Toledo es obra del maestro escultor Mariano Bellón, realizada en el año 1874, como respuesta directa a la destrucción de la talla anterior en el incendio de 1873. Una fotografía de 2010 muestra la imagen en procesión.

Aunque los documentos no detallan exhaustivamente los rasgos iconográficos específicos de esta talla, la advocación de «Nuestra Señora de la Soledad» remite a una representación clásica de la Virgen María sumida en el dolor y el luto tras la muerte de su Hijo, generalmente sola, vestida con colores oscuros y expresando una profunda tristeza contenida.

Sí se especifican detalles importantes sobre su vestimenta procesional, que varía entre sus dos salidas:

  • Manto: Confeccionado en paño de terciopelo negro, símbolo de luto. El Viernes de Dolores es negro liso, mientras que el Viernes Santo se enriquece con bordados en oro.
  • Mandil (pieza delantera sobre la saya): Realizado en encaje bordado. Es de color blanco el Viernes de Dolores y de color oro el Viernes Santo.
  • Saya (vestido): Aunque no se confirma explícitamente para esta imagen en las fuentes, es tradicional que bajo el manto negro vista una saya blanca, símbolo de pureza y esperanza.

La imagen procesiona sobre una carroza cuyo chasis fue renovado en 2023. Se sustituyó la estructura interna de madera por una metálica, lo que permite tanto portarla a ruedas como a hombros. Sin embargo, se conservó cuidadosamente la parte visible de madera, así como los valiosos trabajos de metal repujado y los esmaltes originales del reconocido maestro toledano Carrillo.

El cambio en la riqueza del atuendo entre el Viernes de Dolores y el Viernes Santo (de la sobriedad del negro liso y el blanco a la incorporación del oro) es un detalle visualmente significativo. Podría interpretarse como un reflejo de la evolución del duelo, o quizás una forma de realzar la participación de la Virgen en el magno cortejo del Santo Entierro del Viernes Santo, subrayando su realeza divina incluso en el momento de mayor dolor. La reciente renovación de la carroza, por su parte, evidencia el compromiso continuo de la cofradía con la preservación y digna presentación de su patrimonio.

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Sellos distintivos de la procesión: damas de luto, armados y hábitos cofrades

La procesión de Nuestra Señora de la Soledad se distingue por varias características singulares que conforman su identidad única dentro del panorama de la Semana Santa toledana:

  • Participación Femenina: Es notable la presencia mayoritaria de mujeres. La cofradía cuenta con cientos de damas cofrades que procesionan vistiendo riguroso luto negro, especialmente visible en la procesión del Viernes de Dolores. Para la procesión del Viernes Santo, su atuendo se especifica como traje negro, mantilla negra y la medalla de la cofradía. Esta masiva presencia femenina de luto es uno de los rasgos más definitorios del desfile.
  • Escuadra de Armados: La cofradía posee una histórica Escuadra de Armados, un elemento patrimonial de gran valor. Se compone de 27 armaduras completas (además de las de Alférez y Sargento) y los arneses para un caballo. Estas armaduras fueron fabricadas en Tolosa (Guipúzcoa) en el año 1686 por el maestro armero Melchor González Chavarré, siguiendo modelos de la armería del Conde de Fuensalida. Esta escuadra tiene la función de escoltar a Nuestra Señora de la Soledad el Viernes de Dolores, y tanto al Santo Sepulcro como a la Virgen el Viernes Santo. Su presencia aporta un vínculo tangible y visual con el siglo XVII.
  • Hábitos Cofrades: Para los miembros masculinos o aquellos que no visten de luto o armadura, las fuentes describen diferentes atuendos:
    • El Viernes de Dolores, los hombres acompañantes visten traje oscuro, camisa blanca, corbata negra y la medalla de la cofradía.
    • Existe también la descripción de un hábito penitencial: uno lo describe como túnica y capa de color marfil con fajín negro. Otro describe «el hábito de la Cofradía» como de color blanco (túnica), capirote negro, capa negra, guantes negros y medalla. Es posible que estas descripciones correspondan a diferentes grupos dentro de la cofradía (quizás la «Esclavitud» o los penitentes del Viernes Santo) o que haya habido evoluciones en el hábito. La información disponible no permite una clarificación definitiva sobre cuándo se usa cada uno.
  • La Esclavitud: Dentro de la estructura de la cofradía, existe un grupo nuclear denominado «Esclavitud de Nuestra Señora de la Soledad», compuesto por 33 miembros («esclavos»), número que simbólicamente representa los años de la vida terrenal de Jesucristo.

La combinación de estos elementos –la predominancia de damas de luto, la singularidad histórica de los Armados, la posible existencia de hábitos penitenciales específicos y la estructura interna de la «Esclavitud»– confiere a esta cofradía y a sus procesiones un carácter inconfundible y profundamente arraigado en la historia y tradición toledanas.

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La procesión en el contexto de la Semana Santa toledana

La Procesión de Nuestra Señora de la Soledad del Viernes de Dolores actúa como uno de los pórticos principales de la Semana Santa en Toledo. Aunque actos como el Pregón, o algunos traslados pueden precederla, esta procesión es a menudo percibida como el primer gran desfile público que pone en la calle a una imagen titular de una cofradía, marcando el inicio de la semana de Pasión y estableciendo un tono inicial de luto y solemnidad.

Participación en el Santo Entierro

La Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad vuelve a tener un papel protagonista el Viernes Santo, al participar en la Procesión del Santo Entierro. Esta procesión magna, que parte de la Parroquia de las Santas Justa y Rufina en torno a las 20:00 / 20:30 horas , es uno de los actos centrales del Viernes Santo toledano.

Es importante entender que el Santo Entierro no es una procesión de una única cofradía, sino un cortejo fúnebre compuesto por varios pasos y hermandades que narran los momentos finales de la Pasión. Desde Santas Justa y Rufina parten, entre otros, los pasos del Santísimo Cristo del Descendimiento, el Santo Sepulcro (Cristo Yacente) y Nuestra Señora de la Soledad. Otras cofradías, como la del Cristo del Calvario y Nuestra Señora del Rosario (desde El Salvador) o la de la Virgen de las Angustias (desde Santa Eulalia), se incorporan al recorrido en puntos designados.

En este contexto, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, ataviada con su manto bordado en oro y su mandil dorado, y escoltada por la Escuadra de Armados (que también acompaña al Santo Sepulcro) , representa el dolor de la Madre que acompaña a su Hijo en el camino al sepulcro. Su papel cambia respecto al Viernes de Dolores: de la expresión de la soledad individual pasa a formar parte del duelo colectivo y del clímax narrativo de la Pasión que representa el Santo Entierro. Esta doble participación subraya la importancia de la Cofradía y su advocación dentro del ciclo completo de la Semana Santa.

La Semana Santa de Toledo es un evento complejo y multifacético, con cerca de una veintena de desfiles procesionales recorriendo sus calles. La Procesión de Nuestra Señora de la Soledad del Viernes de Dolores, con su probable atmósfera de silencio y recogimiento nocturno, ofrece un contraste significativo con otras manifestaciones de la piedad popular toledana.

Se diferencia, por ejemplo, de la alegría infantil y el bullicio de «La Borriquita» en la tarde del Domingo de Ramos, o de la profunda oscuridad y el dramatismo de procesiones de madrugada como la del Santísimo Cristo de la Expiración, que recorre los cobertizos en las primeras horas del Viernes Santo. También contrasta con la explosión de júbilo contenida en el Encuentro de Jesús Resucitado y Nuestra Señora de la Alegría en la mañana del Domingo de Resurrección.

Cada una de estas procesiones, con sus propias cofradías, imágenes, horarios, recorridos, hábitos y acompañamientos (o ausencia de ellos), aporta una faceta distinta al relato de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Procesión de Nuestra Señora de la Soledad contribuye a este gran tapiz con su particular nota de solemnidad inicial y su participación en el duelo culminante del Viernes Santo, enriqueciendo la experiencia global de la Semana Santa en Toledo.

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Abrazando la soledad y el esplendor

La Procesión de Nuestra Señora de la Soledad, organizada por su Real e Ilustre Cofradía desde la Parroquia de Santas Justa y Rufina, se erige como un pilar fundamental de la Semana Santa toledana. Su salida en la noche del Viernes de Dolores, marca el inicio solemne de los días centrales de la Pasión, invitando al recogimiento a través de un recorrido histórico y una atmósfera que, previsiblemente, se caracteriza por el silencio o la mínima sonoridad.

Su rica historia, que se remonta al menos al siglo XVII, se manifiesta en elementos tan singulares como la presencia mayoritaria de damas de luto y la escolta de la Escuadra de Armados de 1686. La imagen actual, obra de Mariano Bellón de 1874, preside el desfile con una vestimenta que cambia sutilmente entre el Viernes de Dolores y su segunda aparición, el Viernes Santo, cuando se integra en la procesión del Santo Entierro.

Esta doble participación –como preludio solemne y como parte del clímax narrativo del Entierro– confiere a la Cofradía y a su procesión una relevancia especial. Presenciar el paso de Nuestra Señora de la Soledad por las calles milenarias de Toledo, ya sea en la amplitud de Zocodover o en la intimidad de sus callejones, es una oportunidad única para conectar con una profunda tradición de fe, historia y expresión cultural que define la esencia misma de la Semana Santa en la Ciudad Imperial.

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