El viernes, 22 de marzo, en la iglesia de las Santas Justa y Rufina, se llevaba a cabo una eucaristía para concluir el septenario en honor a Nuestra Señora de la Soledad, organizado por su Real e Ilustre cofradía. Durante la ceremonia, se impuso las medallas a los nuevos cofrades.
Posteriormente, a las 23:00 horas, desde la iglesia mozárabe, partía la procesión de la Virgen de la Soledad, conocida como la capitana de la Angustia, figura que extiende el lamento, precursora del sufrimiento. Bajo la advocación de los Dolores, recorrió las históricas y estrechas calles del casco histórico toledano. La procesión estuvo acompañada, como cada año, por cientos de mujeres de todas las edades vestidas de negro, con guantes, velo o mantilla, que portando velas encendidas iban dejando un rastro luminoso por las calles por las que procesionaban.