El Cristo Nazareno Cautivo, devoción y arte en la Semana Santa toledana

La denominación «Cristo Nazareno Cautivo de Toledo» engloba una realidad devocional compleja y de reciente incorporación al rico panorama religioso de la ciudad. Se refiere, en primer lugar, a una imagen escultórica específica (talla) de Jesucristo, creada a principios del siglo XXI.

Esta obra de arte sacro representa un momento particular de la Pasión. Indisolublemente ligada a la imagen se encuentra la Cofradía del Cristo Nazareno Cautivo de Toledo, una hermandad penitencial fundada para rendirle culto y organizar su salida procesional. Por lo tanto, hablar del Cristo Nazareno Cautivo es referirse tanto a la obra material como a la comunidad de fieles que la venera y la integra en los ritos de la Semana Santa toledana.

La aparición de esta devoción es relativamente reciente en el contexto de una Semana Santa como la de Toledo, cuyas raíces se hunden en siglos de historia y que goza de reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Internacional. La Cofradía fue fundada en 2009 y la imagen procesionó por primera vez en la Semana Santa de 2010.

Un aspecto distintivo y fundamental es su origen geográfico y social: nació en la Parroquia de San José Obrero, ubicada en el barrio de Santa María de Benquerencia, conocido popularmente como el Polígono. Esta localización, alejada del Casco Histórico tradicionalmente asociado a las procesiones más antiguas, marca una expansión significativa de la vivencia de la Semana Santa hacia las áreas modernas de la ciudad.

La historia del Cristo Nazareno Cautivo comienza formalmente con la fundación de su Cofradía en el año 2009. El impulso inicial surgió en el seno de la Parroquia de San José Obrero, situada en el barrio residencial e industrial de Santa María de Benquerencia (el Polígono). Esta ubicación es crucial para entender la naturaleza de esta nueva hermandad. El Polígono representa una realidad urbana y social distinta al núcleo histórico de Toledo, caracterizada por ser una zona de expansión moderna y con una fuerte identidad obrera.

El Cristo Nazareno Cautivo en la catedral

Una figura clave en este proceso fundacional fue el párroco y consiliario de la hermandad, D. José Antonio Jiménez Fernández, conocido como «Quillo». Su visión pastoral incluía el deseo de establecer una cofradía en el barrio, percibiendo la necesidad de un foco devocional que canalizara la fe de la comunidad, especialmente atrayendo a hombres y jóvenes que quizás no encontraban su lugar en otras expresiones religiosas.

Se menciona explícitamente la motivación de crear una cofradía «fuera de las murallas», indicando una voluntad de extender las tradiciones de la Semana Santa más allá de sus confines históricos. Este anhelo se materializó con la aprobación oficial de los estatutos de la Cofradía el 12 de octubre de 2009 por parte del entonces Arzobispo de Toledo y Primado de España, D. Braulio Rodríguez Plaza.

La creación de esta Cofradía en el Polígono no fue un hecho aislado, sino que respondió a una dinámica de integración de las nuevas áreas urbanas en las tradiciones seculares de la ciudad. Toledo, con su Semana Santa profundamente arraigada en el Casco Histórico, vio en esta iniciativa una forma de tender un puente entre el Toledo antiguo y el moderno.

La fundación deliberada de una hermandad en Santa María de Benquerencia representó un esfuerzo consciente por llevar la experiencia y el fervor de la Semana Santa a una comunidad geográficamente distinta, fomentando así un sentido de pertenencia y participación en una celebración que abarca toda la ciudad. De este modo, la Cofradía actúa como un vínculo, adaptando y expandiendo el patrimonio cultural inmaterial de Toledo a su tejido urbano contemporáneo.

Paralelamente a la constitución de la Cofradía, se acometió la tarea de encargar la imagen: una escultura de madera tallada a tamaño natural. La creación de la obra fue confiada al escultor e imaginero Antonio José Martínez Rodríguez, un artista con taller en Madrid —algunas fuentes mencionan variantes del nombre como Antonio Rodríguez Martínez  o José Antonio Martínez, pero la biografía del artista 12 confirma Antonio José Martínez Rodríguez—.

Un aspecto fundamental en la materialización de la imagen fue la implicación directa de la comunidad parroquial. La financiación del proyecto provino de las aportaciones de numerosas familias del barrio. Como símbolo tangible de esta participación colectiva y de la profunda conexión entre la comunidad y su Cristo, se relata que los nombres de estas familias donantes fueron inscritos en el interior de la base o peana sobre la que se asienta la escultura.

Este origen, basado en las contribuciones directas de los feligreses, diferencia a esta Cofradía de otras hermandades históricas que pudieron tener orígenes gremiales o nobiliarios. La iniciativa surgió de la propia base parroquial, impulsada por el párroco y abrazada por las familias locales. El gesto de inscribir los nombres en la peana crea un vínculo extraordinariamente íntimo y permanente entre la comunidad y su foco devocional. El Cristo Cautivo no es simplemente una imagen para la comunidad, sino que, en cierto sentido, es una imagen de la comunidad, encarnando su fe colectiva y su inversión emocional y material desde su misma concepción.

La culminación de estos esfuerzos llegó en la Semana Santa del año 2010, cuando la imagen del Cristo Nazareno Cautivo procesionó por primera vez por las calles de Toledo. Aquella salida inaugural contó con la participación de más de 150 hermanos cofrades, una cifra considerable que evidenciaba el inmediato arraigo y la entusiasta acogida de la iniciativa en el barrio y en la ciudad.

Desde su inicio, la procesión se estableció como un acto central del Lunes Santo toledano, ocupando un espacio en el calendario procesional que, según algunas fuentes, estaba previamente vacío en cuanto a la participación activa del Polígono en la Semana Santa del Casco Histórico. Su incorporación al programa oficial de la Semana Santa marcó la consolidación de esta nueva devoción y su integración en el complejo entramado de las celebraciones pasionales de Toledo.

Cristo Nazareno Cautivo

La Escultura, méritos artísticos e iconografía

El autor de la talla del Cristo Nazareno Cautivo, Antonio José Martínez Rodríguez, es un imaginero nacido en Beas de Segura (Jaén) en 1971. Se define como un artista autodidacta, aunque con una intensa formación tanto artística como religiosa. Su paso por el seminario en su juventud marcó decisivamente su orientación hacia la temática sacra. Complementó su formación con estancias en talleres sevillanos, concretamente con el escultor dorador Emilio López Olmedo entre 1999 y 2001, antes de establecer su propio taller en Madrid en 2001.

Martínez Rodríguez trabaja empleando las técnicas tradicionales de la imaginería religiosa española. Su filosofía artística busca trascender la mera belleza formal para expresar atributos divinos como la compasión, el perdón y la misericordia. Cada obra es para él una oportunidad de transmitir su visión íntima de la fe, dotando a las imágenes de un profundo sentimiento devocional basado en un sólido trasfondo evangélico. 

El Cristo Cautivo de Toledo se encuadra dentro de una producción más amplia que incluye otras obras religiosas y procesionales repartidas por España, algunas de ellas también en Toledo, como un Cristo Rey en su entrada triunfal en Jerusalén y una Nuestra Señora de las Angustias. El modelo preparatorio para la talla del Cautivo data del año 2010, coincidiendo con su primera salida procesional.

La elección de este artista y su estilo no es casual. Al recurrir a un imaginero que emplea las técnicas históricas de la escultura barroca española, pero que es un creador contemporáneo, la Cofradía situó su imagen en una corriente de tradicionalismo contemporáneo. La obra no es una antigüedad, sino una creación del siglo XXI, pero se inscribe conscientemente en una herencia artística secular. Esto demuestra la vitalidad y capacidad de adaptación de la tradición imaginera española. La decisión refleja, por tanto, un deseo de anclar la nueva hermandad en unas normas estéticas y devocionales reconocibles y aceptadas, al tiempo que se afirma como una manifestación propia de su tiempo.

La imagen del Cristo Nazareno Cautivo es una talla completa realizada en madera, representada a tamaño natural.1 Una fuente concreta menciona una altura de 1,82 metros.10 Iconográficamente, se presenta de pie, maniatado. Su vestimenta habitual durante la procesión consiste en un hábito o túnica de terciopelo blanco, ceñido por un cordón dorado que abraza el cuello, la cintura y las manos atadas. Si bien esta túnica blanca es la más característica en sus salidas procesionales, es posible que en su ubicación habitual en la parroquia pueda vestir otros colores, como el morado, color litúrgico propio de la Cuaresma y la Pasión.

La escultura representa un momento muy específico de la Pasión de Cristo: Jesús después de haber sido juzgado, condenado a muerte, flagelado y coronado de espinas, pero justo en el instante previo a recibir la cruz para iniciar el camino hacia el Calvario. Aparece de pie, con las manos atadas (maniatado).

El mensaje emocional y teológico que la imagen busca transmitir es complejo y rico en matices. Por un lado, refleja la angustia y el sufrimiento inherentes al momento. Sin embargo, esta expresión de dolor se contrasta y equilibra con una mirada que, según las descripciones, irradia paz, esperanza, entrega voluntaria, ternura, bondad y misericordia. Sus ojos buscan reflejar el amor divino hacia la humanidad. La imagen, por tanto, evoca una profunda serenidad en medio del padecimiento.

Esta dualidad queda perfectamente encapsulada en un verso de un poema dedicado a la imagen, citado frecuentemente: «Mírale, pues Él te mira con mirada divina ¿Por qué te llaman cautivo si eres Tú quien nos cautiva?». Esta frase subraya la paradoja central de la iconografía del Cautivo: la aparente debilidad y sometimiento del hombre Jesús encierran la fuerza cautivadora del amor divino y la soberanía de quien acepta voluntariamente su destino.

La elección de este preciso momento iconográfico parece responder a una voluntad de ocupar un nicho específico dentro de la narrativa pasional representada en la Semana Santa toledana. Al representar a Cristo Cautivo, justo antes de cargar con la Cruz, la imagen viene a «completar la iconografía» de la Pasión en Toledo, añadiendo una escena que quizás no estaba representada con tanta preeminencia por otras imágenes veneradas en la ciudad.

La complejidad emocional de la talla invita a la contemplación del estado interior de Cristo: su aceptación, su entrega («va entregado») y el poder subyugante de su amor manifestado incluso en la humillación. Así, la imagen cumple una función narrativa dentro de la secuencia de la Semana Santa y, a la vez, ofrece un foco devocional particular, centrado en la reflexión sobre la rendición voluntaria de Cristo por amor.

Devoción en el Cristo Nazareno Cautivo

Significado religioso y devoción

El concepto de «Cautivo» en esta advocación trasciende la mera descripción física del aprisionamiento. Se interpreta teológicamente como una cautividad voluntaria asumida por amor («cautivado por amor»). La imagen no representa a un Jesús forzado, sino a Aquel que libremente acepta su Pasión por la redención de la humanidad. Esta entrega voluntaria es un eje central de la devoción que suscita.

La escultura actúa como un poderoso vehículo para la oración y la conexión personal con lo divino. Para los fieles de la Parroquia de San José Obrero, y para quienes se acercan a ella, la imagen es una ayuda tangible para acercarse a Jesús. El consiliario de la Cofradía expresa que la contemplación de este Cristo doliente por amor le ayuda a «llevar a la gente a Jesús Sacramentado», subrayando que la devoción a la imagen debe conducir a una vida sacramental más profunda, especialmente a la Eucaristía.10

Un rasgo distintivo de esta devoción es la accesibilidad cotidiana de la imagen. A diferencia de muchas imágenes procesionales que solo se exponen públicamente durante la Semana Santa, el Cristo Cautivo reside permanentemente en la Parroquia de San José Obrero y está visible para los fieles durante prácticamente todo el año. Esta presencia constante permite una relación devocional continua, no limitada al tiempo litúrgico de la Pasión. La gente lo visita con frecuencia («la gente lo visita mucho»), lo que convierte a la imagen en un referente espiritual diario para la comunidad.

Dentro del conjunto de la Semana Santa de Toledo, la imagen del Cautivo cumple la función ya mencionada de completar la secuencia iconográfica de la Pasión, añadiendo una representación significativa del momento entre la coronación de espinas y el camino del Calvario. Su papel más destacado, sin embargo, es el de ser un foco principal de devoción para la numerosa comunidad del barrio del Polígono. Proporciona un ancla local para la expresión de la fe, permitiendo a los residentes de esta zona moderna de Toledo participar activamente en la Semana Santa con una identidad propia, vinculada a su parroquia y a su imagen.

La devoción se manifiesta también en otras prácticas piadosas a lo largo del año. Además de la procesión principal del Lunes Santo, la imagen participa en Viacrucis solemnes durante sus traslados y protagoniza una procesión más íntima por las calles del barrio el primer viernes de Cuaresma. Estas prácticas refuerzan su integración en el ciclo litúrgico anual de la parroquia.

La constante accesibilidad de la imagen y su participación en actos devocionales a lo largo del año, más allá de la Semana Santa, la consolidan como un ancla de fe cotidiana para la comunidad de Santa María de Benquerencia. A diferencia de imágenes veneradas principalmente en el contexto estacional de la Semana Santa, el Cautivo forma parte del paisaje religioso diario del barrio. Esta presencia continua fomenta una relación devocional más íntima y constante, convirtiendo a la imagen en un elemento vital de la identidad religiosa y comunitaria del Polígono, más allá de su papel estelar en el Lunes Santo.

Crsito Nazareno Cautivo Catedral Primada

La Hermandad, cofradía del Cristo Nazareno Cautivo

La Cofradía del Cristo Nazareno Cautivo de Toledo, como se ha indicado, fue fundada en 2009, con la aprobación de sus estatutos el 12 de octubre de ese mismo año. Nació con un impulso notable, reuniendo a más de 150 cofrades en su primera procesión de 2010. Este número ha experimentado un crecimiento muy significativo a lo largo de los años, alcanzando la cifra de 650 miembros («hermanos y hermanas») hacia 2024, lo que demuestra el fuerte arraigo de la hermandad en su comunidad.

 La Sede Canónica de la Cofradía, el lugar donde reside la imagen la mayor parte del año y el centro neurálgico de la vida de la hermandad, es la Iglesia Parroquial de San José Obrero, en el barrio de Santa María de Benquerencia.

Los miembros de la Cofradía visten un hábito procesional distintivo durante sus salidas penitenciales. Este consiste en una capa de color morado-nazareno, un capuz (una capucha que cubre rostro y cabeza, diferenciándose del capirote cónico tradicional de otras hermandades), una medalla de la hermandad y guantes blancos. Durante la procesión, portan cirios encendidos. El color morado es señalado como emblemático de la Semana Santa, mientras que el uso del capuz en lugar del capirote constituye un rasgo visual particular de esta cofradía.

El acto público de mayor relevancia para la Cofradía del Cristo Nazareno Cautivo es su procesión penitencial en la noche del Lunes Santo. La salida tiene lugar desde la Catedral Primada, desde donde la imagen emerge por la Puerta Llana. La procesión se caracteriza por un ambiente de solemnidad y recogimiento penitencial. Cientos de cofrades, vistiendo su hábito morado y portando cirios, acompañan a la imagen.

Uno de los momentos culminantes y más emotivos de la noche es el «Encuentro» que tiene lugar en la Plaza del Ayuntamiento entre el Cristo Nazareno Cautivo y el Santísimo Cristo de la Vega. Este último, de una de las hermandades más antiguas y legendarias de Toledo, también procesiona el Lunes Santo.

El encuentro visual y simbólico de estas dos imágenes —una contemporánea y la otra cargada de historia y leyenda—, es un instante de gran intensidad devocional y estética, que se ha consolidado como una de las señas de identidad del Lunes Santo toledano. Simboliza el diálogo entre la tradición secular y las nuevas incorporaciones a la Semana Santa de la ciudad —»madurez de una Cofradía y de juventud de otra»—.

Banda de la Cofradía del Cristo Nazareno Cautivo

El Sonido de la Devoción, la Banda

La Cofradía cuenta con su propia formación musical para acompañar a la imagen en sus salidas procesionales. Su origen se remonta a 2013, con la creación de una escuela de tambores que fue creciendo y evolucionando hasta convertirse en una Banda de Cornetas y Tambores. El número de componentes ha ido aumentando con los años, superando los cuarenta 16 o incluso sesenta miembros según distintas fuentes.

Esta banda no solo acompaña al Cristo Cautivo en sus procesiones en Toledo, sino que también es solicitada para participar en actos de otras localidades que carecen de formación musical propia. Se considera un elemento importante para la implicación de los jóvenes en la vida de la hermandad y contribuye decisivamente a la atmósfera sonora y solemne de la procesión.

La Cofradía del Cristo Nazareno Cautivo, a pesar de su juventud, y su imagen, una obra contemporánea, han logrado integrarse con éxito en el secular y complejo entramado de la Semana Santa de Toledo, declarada de Interés Turístico Internacional. No se trata simplemente de una adición, sino de una incorporación que dialoga con la tradición.

El ya mencionado «Encuentro» con el Cristo de la Vega es el símbolo más potente de esta integración. Pone en relación directa lo nuevo con lo antiguo, la devoción emergente con la leyenda centenaria. Este momento enriquece la narrativa visual y emocional de la Semana Santa toledana, añadiendo una capa más a ese «museo de escultura al aire libre» que recorre las calles de la ciudad durante la Pasión. La presencia del Cautivo demuestra la capacidad de esta tradición viva para acoger nuevas expresiones sin perder su esencia.

La Cofradía y su Cristo se han convertido en un importante símbolo de identidad para Santa María de Benquerencia. Proporciona a esta extensa y poblada área una representación propia y destacada dentro de la celebración de la Semana Santa a nivel de toda la ciudad. La fuerte conexión emocional de los vecinos con «su» Cristo y «su» cofradía es palpable.

Un factor cultural distintivo es la presencia constante y la accesibilidad de la imagen en su parroquia durante todo el año. Esto contrasta con la dinámica de otras imágenes procesionales que permanecen guardadas o en lugares de acceso más restringido fuera de la Semana Santa. Esta visibilidad cotidiana fomenta una relación diferente, quizás más cercana e integrada en la vida diaria de la comunidad local, en comparación con devociones de carácter más marcadamente estacional.

La cautivadora presencia del Cristo Cautivo

El Cristo Nazareno Cautivo de Toledo representa una notable incorporación al patrimonio religioso y cultural de la ciudad. Surgido de la iniciativa de la comunidad parroquial de San José Obrero en el barrio del Polígono, se materializa en una escultura contemporánea (2010) del imaginero Antonio José Martínez Rodríguez. Esta imagen, que representa a Jesús maniatado tras la flagelación y coronación de espinas pero antes de recibir la Cruz, transmite un complejo mensaje de sufrimiento asumido con serenidad y amor redentor.

La Cofradía fundada en 2009 ha experimentado un crecimiento exponencial, convirtiéndose en un referente devocional y social para el barrio de Santa María de Benquerencia. Su procesión del Lunes Santo, con salida desde la Catedral Primada y el emotivo «Encuentro» con el Cristo de la Vega, se ha consolidado como uno de los momentos destacados de la Semana Santa toledana. 

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