Brihuega, un encantador pueblo de Guadalajara, se encuentra a aproximadamente 1 hora y media de Madrid. Su principal atractivo son los campos de lavanda, que rivalizan con los de la Provenza francesa y por lo que es conocida como el “Jardín de la Alcarria” (desgraciadamente, nosotros no fuimos en la época de la floración de la lavanda).
El origen de Brihuega se remonta a un poblado celtibérico llamado Brioca y fue estratégicamente relevante durante las campañas para la toma de Toledo por los cristianos.
Su casco histórico está declarado Conjunto Histórico y alberga monumentos como la Iglesia de San Felipe, la Plaza de Santa María, y la Puerta de Cozagón, además de las Cuevas Árabes de Brihuega, que son un fascinante laberinto subterráneo que se extiende a lo largo de aproximadamente ocho kilómetros bajo la superficie de la localidad.
Las Cuevas Árabes datan de los siglos X y XI, fueron construidas durante la época árabe y se utilizaban como refugio durante las guerras ya que estos intrincados túneles y galerías permitían a los habitantes escapar al exterior de las murallas en momentos de asedio.
Durante siglos, las cuevas mantuvieron una temperatura constante de 12°C, lo que las convirtió en un almacén de víveres y alimentos, además de que su uso como refugio y su conexión con el exterior las convierte en testigos de la historia de Brihuega.